Mira, por allí viene
el rincón edulcorado,
el propietario de todos mis bienes.
Lo adivino porque trae consigo
la paz que se eleva
sobre lo demente,
sobre la vida invertida, invertebrada,
incompleta en la que viven
los humanos ahora y aquí presentes.
Mi cuerpo todavía no se
ha enterado de quién viene
y anda a la par de lo
que dice mi mente:
“que si esto es un problema,
que si aquello no es decente,
que si eso es mejor o peor
que lo que ella discierne”,
de pensamiento en pensamiento,
como puntadas sin cese.
Pero eso me da igual,
ahora soy mi alma,
amante empedernida,
esencia enamorada,
escapista que nadie atrapa.
Mira, por aquí viene,
es la dicha donde vivo
y soy presente.
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