La incertidumbre es el material base con el que está construida la energía vital. La energía es un incierto campo de posibilidades hasta que la convertimos en materia, en partículas de certeza. Entonces, adopta formas más asimilables para nosotros: pensamientos, emociones, objetos, etcétera. Así como el cielo es un continuo fluir entre la incertidumbre y la certeza, podemos dejarnos ir en este flujo sin nombre, vacío, que siempre lleva consigo una promesa. Al igual que el cielo, la vida es una realidad esperanzada.
Podemos adoptar las no formas de la energía, con la fuerte certidumbre interior de que este espacio alberga las mejores promesas para nosotros. Permitámonos Ser en medio de esa marea que a menudo oscila entre un sí y un no, entre el entusiasmo y la desesperanza, la felicidad y la tristeza, entre lo positivo y lo negativo. Dejemos que el cielo, a su manera, resuelva por nosotros.
Cuando menos lo esperemos el sol estará saliendo de nuevo. Siempre vuelve a salir, como cada mañana al levantarnos. Siempre vuelve a brillar, con toda esa suntuosa familia de esperanzadores y alegres rayos. Como verdades pulidas, como preciosas gemas de cristal.
Aprendamos a vivir en sintonía con eso, con ese campo abierto al que estamos unidos, ese versátil y misterioso Universo de infinitas posibilidades. Aprende, con paciencia, a esperar con determinación y fortaleza interior, a mantenerte erguido en medio del vendaval. No te aferres a nada para sostener tu fortaleza interior, tan solo aférrate a tu Ser. Ten fe en lo que ya eres.
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