Cierra tus ojos, siéntate cómodamente con la espalda derecha, coloca tus manos en el regazo con las palmas hacia arriba. Este será un momento de reencuentro con tu corazón, con tu Ser, un momento de autosanación.
Quédate unos minutos en reposo respirando, por la nariz y con la boca cerrada. Inspira profundo y luego exhala lentamente. Quita todo el aire que queda en tus pulmones y vuelve a llenarlos con una nueva inhalación. Toma conciencia de tu respiración. Gracias a ella podemos estar vivos. Repítelo varias veces hasta experimentar calma y tranquilidad.
Luego inhala para cantar OM. Si es la primera vez que lo escuchas, OM es el sonido universal y lo que producirá en ti es la alineación de los chakras o centros de energía que se encuentran en tu cuerpo. Se canta primero con la letra A, pronunciándola solo un segundo, luego la letra O un tiempo más prolongado y finalmente la letra M.
Las proporciones aproximadas serían:
A: 5%
O: 70%
M: 25%
Canta OM tres veces.
...
Imagina que debes recorrer un camino. Te encuentras en el medio de la ciudad y comienzas a recorrer un senda recta y llana hacia las afueras. Caminas hacia la tranquilidad del campo, hacia el silencio y la paz de la naturaleza.
Te sientes tranquilo y confiado. Te gusta transitar ese largo viaje porque lo has esperado mucho tiempo.
Mientras abandonas la ciudad observas que estás embarrado, que las condiciones del camino no son las mejores. Apenas puedes ver el cielo debido a la contaminación del medio ambiente.
Avanzas un poco molesto y te sientes pesado.
Llevas mucho tiempo caminando y justo antes de dejar el último pueblo un par de personas te gritan palabras de desaliento; parecen irritadas y con cierta envidia. Tú te dispones a seguir sin que esa energía te efecte.
Repentinamente, sientes cómo algunas gotas de lluvia caen sobre tu cabeza.
Unos minutos más tarde, algunas más bañan tu cuerpo. La temperatura es agradable, hay sol, hace calor y divisas un hermoso arcoíris. Es una buena señal de que debes continuar.
Miras hacia arriba y sientes un agradecimiento profundo por esas gotitas de divinidad que caen del cielo. La lluvia te ofrece un alivio profundo al calor que sentías. Te da frescura y dulzura al mismo tiempo, porque su agua es dulce y suave.
El agua es vida. El agua es lo que forma nuestro cuerpo. El agua genera vida a cada paso que da. También es energía, energía pura. Aquella que viene de la creación infinita. La recibes con tus brazos abiertos.
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Imagina ahora que esa llovizna dulce y sanadora, te ayuda a sentirte liviano y limpio. Visualiza que toda esa agua cayendo por tu cuerpo arrastra consigo las capas, los pensamientos tóxicos de los que te quieres librar.
Nota cómo se lleva todos y cada uno de esos pensamientos que te han hecho tanto daño y te hacían sentir infeliz. Quita el barro que traías contigo como una mochila.
La lluvia comenzó a llevarse todo y experimentas un gran bálsamo en tu corazón.
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Te encuentras atravesando una zona montañosa y una tormenta muy fuerte te azota. Tropiezas con algunas piedras que se han derrumbado de la montaña y crees que te vas a caer, trastabillas, tienes miedo, pero la fuerza de tu corazón y tu coraje te hacen erguirte nuevamente y avanzar. Recuerdas valores como la perseverancia y la fuerza de voluntad. Avanzas. No le temes a la tormenta, porque después de tanto recorrido has aprendido que es pasajera y que, tarde o temprano, la calma llegará nuevamente a tu vida.
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Pasa el tiempo y la tempestad se diluye. Todo vuelve a estar tranquilo. Sigue cayendo una suave lluvia que te sigue limpiando. Es refrescante y su sonido encantador.
A medida que te vas librando de aquellas ideas perjudiciales, puedes caminar con más rapidez y destreza. Sigue habiendo piedras en el camino, pero ya no son tan grandes.
Comienzas a apreciar que tu corazón se hincha, que una hermosa energía se apodera de ti produciéndole sonrisas a tu alma.
Te sientes libre, sano, fuerte y te amas profundamente.
Afortunadamente, te has distanciado de aquellas personas que no te querían acompañar en el camino, que no apoyaban tu entusiasmo y que preferían quedarse en el barro que tú has dejado tiempo atrás. Entonces, te sienten libre para ser como quieres ser.
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La lluvia cesa y el sol brilla con todas sus fuerzas. Puedes advertir en tu piel la calidez de sus rayos. La dorada calidez de la energía creadora.
Has caminado mucho y has atravesado tormentas, pero valió la pena. Estás a muy pocos pasos de llegar a la meta.
Puedes ver y sentir el paisaje llano, mitad verde y mitad celeste. No hay nubes. Lo que eran piedras se ha convertido en arenilla fina.
Hueles el aroma de las flores, de los árboles, del campo, de la vida.
Sientes que te has quitado toda la toxicidad que te invadía y estás dispuesto a ser feliz para siempre.
Sientes paz. Sientes amor. Sientes dicha.
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Al final del camino puedes leer un cartel que dice: “¡Bienvenido al Paraíso!”
Toma conciencia de tu cuerpo, del ambiente que te rodea y lentamente puedes abrir tus ojos.
...
Qué bella meditación, ¿verdad? ¡Bienvenido! No es un sueño, no es solo una meditación, es el camino que acabas de recorrer…
Aquí estoy yo, y aquí también llegaste tú. Te he acompañado de la mano en este viaje de ida hacia un lugar donde no existe el dolor, ni el sufrimiento, dónde no hay egoísmo ni maldad.
Ahora podrás vivir tu vida con una gran sonrisa, con amor y alegría en tu corazón. Amarás la vida. Experimentarás la bella sensación de paz interior. Eres uno con tu Ser y ya nadie podrá separarlos. Te amarás a ti mismo con mucha energía y, por sobre todo, amarás a toda la humanidad.
Les regalo esta profunda reflexión:
“Cuando dejéis la tierra, solo os llevaréis como piedras preciosas vuestras virtudes, como oro solo vuestra sabiduría, y como vestido solo los adornos de vuestra alma”.
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