¿Has notado la suavidad que caracteriza al pétalo de una rosa?
Te invito a que contemples durante unos minutos su tersura aterciopelada, su color, su aroma, su delicadeza, su dulzura. Empápate de la escena. Si pudieras tener un pétalo en tu mano la experiencia sería completa.
El Universo nos enseña a través de sus delicadas flores cuál es el camino que debemos tomar para sentirnos bien. La dulzura y la suavidad deben estar presentes en nuestra vida, en contraposición al maltrato, la rudeza, la violencia y el desamor con el que nos solemos tratar.
Tú eres el dueño de tu mente, de tu cuerpo y de tu alma. Eres el dueño de tu vida. Pretendes ser feliz y alcanzar el éxito, pero la forma en que te tratas no es congruente con tu deseo. Mímate, escúchate, háblate de forma dulce, cariñosa, haz algo que te enamore, rodéate de personas mansas y bondadosas, escucha lo que tu corazón quiere decirte. Trátate como si fueras una rosa.
Existe una parte en ti llamada ego que solo desea confrontar y experimentar miedo, angustia, desolación, ira. Pero también cuentas con una parte amable, aquella que solo desea sentirse bien y es puro amor. Cuanto más te alejes de tu parte amarga y te acerques a tu Yo dulce, tu verdadero yo, más cerca te encontrarás de experimentar el milagro, de sentir la presencia, de alcanzar la dicha.
Elévate por encima de tu ego y procura llevar una vida donde la prioridad sea amarte y ser dulce contigo mismo para poder serlo luego con los demás.
Conviértete en una rosa. No temas a la debilidad. La sensibilidad y la intuición de tu corazón te harán fuerte.
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