Sumérgete en tu mente, conócela, amígate con ella, descubre su poder y practícalo a diario. Te sorprenderás.
Desarrolla el poder de tu mente para sanar. Sana tu mente y tu cuerpo a través de tus pensamientos y de la observación, la contemplación de la energía de la que estás hecho.
Nuestro cuerpo es energía. Todo en este mundo es energía. La energía se transforma, nunca muere, no desaparece. Nuestros pensamientos también son energía, son intención, son la savia que compone nuestra vida.
Cuando sentimos dolor físico experimentamos angustia y miedo y deseamos deshacernos de él. Pero este es un camino equivocado. Tu cuerpo es tu mejor amigo. Tu Ser te habla a través de los dolores y desea que lo escuches. Si prestas atención seguramente notarás cómo cada dolor se encuentra íntimamente relacionado con un pensamiento.
Cuando algo te duela observa ese dolor y dile: “¿Qué me quieres decir? ¿Qué es lo que estoy pensando que te hace daño? ¿Estoy atrapado en una emoción tóxica que te perjudica?”.
Visualiza tu cuerpo todo unido en uno solo.
Un cuerpo de energía celeste.
Presta atención dónde se manifiesta la ansiedad o el miedo en tu cuerpo. Por ejemplo, en la cabeza, en la garganta, en el pecho o en el estómago. No te asustes. Quédate con él.
A través de la observación de esa energía es como podremos sanar.